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Terminada la travesía, vinieron a tierra de Genesaret, y arribaron a la orilla.

Marcos 6:53

Esta porción del evangelio de Marcos nos expresa la importancia de leer la Biblia de forma consecutiva y de investigar el contexto geográfico e histórico para conocer la riqueza de lo que Jesús hacía y porqué lo hacía.

Jesús y los discípulos acaban de participar del milagro de la multiplicación de los panes y peces, habían tenido una jornada previa muy ajetreada y Jesús los envió a cruzar el mar de Galilea hacia Genesaret mientras Él despedía a la multitud y pasaba un tiempo a solas con el Padre.

El significado de la palabra Genesaret quiere decir “casa-jardín” o “jardín del príncipe”, y era una región conocida por su tierra fértil, abundante vegetación, frutos variados durante 10 de los 12 meses del año y por tener el agua más dulce de todo el planeta. A Genesaret se le conocía entre la gente como lo que representaba la Tierra Prometida, un lugar donde fluía abundantemente leche y miel.

Después de tantísimo trabajo, Jesús envió a sus discípulos por barca hacia allá, y seguramente ellos pensaban: vamos a un lugar maravilloso, es como un hotel “todo incluido”, ¡por fin vamos a descansar!

Pero por más que remaban, los vientos les eran contrario y no avanzaban, porque Jesús no estaba en su barca. Eso no quiere decir que Jesús los hubiera abandonado, Él veía desde la orilla el gran trabajo que tenían y cuando terminó de orar vio que estaban agotados por sus esfuerzos sin resultados, y Él comenzó a caminar sobre las aguas para adelantárseles y ayudarlos.

Ni usted ni yo podemos alcanzar por nosotros mismos, ni con todos nuestros esfuerzos, la tierra prometida, Jesús tiene que estar con nosotros para poder llegar milagrosamente a ella, tal como lo describe Juan (6:21) que sucedió cuando Jesús subió a la barca y enseguida llegaron a tierra.
Imagínese, ellos pasaron horas remando contra el viento y apenas Jesús entró en la barca, llegaron a tierra firme sin esfuerzo.

Usted y yo podemos pasarnos la vida esforzándonos y remando contra corriente, cansados, pero si Jesús no toma el control de nuestra barca, no llegaremos a Genesaret.

Déjeme recordarle algo más: Genesaret está aquí en la tierra, es solo una sombra de lo que encontraremos en el cielo, y requiere trabajo, pelea y conquista.

Jesús y sus discípulos no llegaron a Genesaret a recibir un premio y sentarse a descansar, sino que como Josué y su ejército, llegaron a conquistar sobre la esclavitud, la enfermedad, el pecado y la muerte, porque mientras vivamos en la tierra seguiremos deteriorándonos en nuestro hombre natural y seguiremos luchando por permanecer fieles a Dios en los obstáculos.

Recuerde que la tierra prometida es tan fértil que en ella crecen no solo buenos, abundantes y variados frutos, sino que también crece cizaña, es susceptible de ser envidiada, atacada y robada, y no estamos en ella para descansar, sino para preservarla para que muchos más venga y disfruten de ella.

Genesaret (la tierra prometida) seguía padeciendo enfermedad y corrupción, pero éstas desaparecieron cuando Jesús llegó.

Ni en la barca, ni en las promesas de Dios, habitaremos confiados, si Jesús no está con nosotros para permanecer en ellas.

Me imagino a Jesús enviando a sus discípulos solos en la barca para que entendieran que separados de Él nada pudieran hacer y parece que lo entendieron, porque después de esta situación Mateo nos dice que por primera vez en lo que iba de su ministerio con Jesús, todos los discípulos se unieron para adorarlo juntos y declarar que Él es el Hijo de Dios.

Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.

Mateo 13:33

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //