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Es que la vida del ser humano tiene un límite y tú conoces su duración. Eres tú quien fijaste ese límite y por eso no puede cambiarse.

Job 14:5 PDT

He escuchado a muchas personas decir que cuando una persona muere es porque cumplió su misión en la tierra, pero yo creo que más bien, se le acabó el tiempo de cumplirla.

Dios conoce la cantidad de nuestros días, Él nos creó con un propósito, nos dio un manual (Biblia) para cumplirlo, nos dio talentos para ponerlos a trabaja, dar mucho fruto y nos dio un tiempo para cumplirlo.

¿Cómo ha administrado el tiempo que Dios le dio? ¿Se levanta usted cada día pensando en cómo cumplir con su trabajo de buen administrador de la gracia de Dios? ¿Se duerme cada noche rindiendo cuentas de los negocios del Padre?

Ayer hablaba con uno de nuestros hijos y le explicaba la importancia de estar enfocado en el tiempo que vive, porque si se distrae en otras cosas, se va a perder y no regresará atrás.

Yo no puedo determinar la cantidad de mis días (ni me atrevo a averiguarlo), pero lo que sí está en mis manos, es aprovechar bien el tiempo aunque los días sean malos, para que cuando Cristo venga o me llame a Su Presencia, me encuentre haciendo Su voluntad y pueda oírlo decir que Él se agrada de mí.

En la tierra, mis días tienen fecha de caducidad, pero de mí (y de nadie más) depende decidir hoy cómo quiero vivir en la eternidad: si será en gozo o en tormento eterno.

No pierda más tiempo, usted y yo también tenemos fecha de caducidad, decida hoy cómo quiere vivir en la tierra y acepte el regalo que Cristo le ofrece para vivir eternamente en el cielo.

El primero paso que debe dar hoy es arrepentirse de sus pecados, recibirlo a Él como su Señor y Salvador con fe en que es el Hijo de Dios que murió en la cruz y resucitó para salvarlo, y darle el gobierno de su corazón al Espíritu Santo para que guíe sus pasos y usted le obedezca para vivir una vida transformada.

¿Quiere saber qué sigue después? Lea la Biblia, busque a Sus discípulos y juntos déjense guiar por el Buen Pastor para servir al prójimo y enseñar al mundo que Cristo viene pronto y que debemos hacer memoria de Él en todo lo que hacemos.

La misión no termina cuando Dios nos llama a Su Presencia, sino cuando Él nos dice:
Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. (Mateo 25:23)

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //