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Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.

Juan 4:23-24

La palabra adoradores viene del griego “proskunéo” que significa acercarse a besar postrado, honrando en reverencia, como una señal de compromiso de obediencia, casi como un perrito lame la mano de su amo con fidelidad porque entiende que lo sustenta, lo cuida y lo ama.

En una conferencia reciente nos preguntarnos ¿para ti qué es adorar? Y yo recordé el significado y pensé: ¡llenar de besos!, entonces sentí que el Señor me preguntaba con ternura (y sin una pizca de acusación) ¿hace cuánto que no me adoras así?

Y no pude evitar la comparación en mi corazón… ¿cómo adoro a Dios? ¿cómo lo lleno de besos con mi espíritu?

Y pensé en los besos de la mujer pecadora en casa de Simón que no le importó lo que pensaran de ella, de su reputación sino que derramó no solo lo que tenía sino también lo que era en sí misma a los pies de Jesús; pero también pesé en los besos engañosos como el de Judas en la mejilla, que lo hizo por falsa amistad y señal para entregar a Dios e irse a hacer su propia voluntad.

¿Yo beso a Jesús por protocolo, para irme a hacer lo que yo quiero pronto sin darme cuenta que corro hacia un callejón sin salida, o beso a Jesús postrada a sus pies con gratitud y asombro, con el corazón lleno de amor y humildad?

Pero ya el Señor me había dicho cómo, confrontándome con amor, al decirme que extrañaba mi adoración de gratitud no solo en el templo, sino en todo lo que hago, porque la adoración ya no está reservada únicamente para el templo, vivimos en el tiempo y la hora en que el Padre está buscando que le adore en espíritu y en verdad donde quiera que me encuentre.

Porque adorar a Dios no es solo cantar, es escribir, es cocinar, es entregar el trabajo bien hecho, es cuidar mi familia, es manejar con cuidado, es servir a mi prójimo, con tal gratitud y reverencia en todo porque cuando hacemos eso, a Dios mismo lo hacemos.

Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.

Colosenses 3:23

Adorar es obedecer a Dios en cada proyecto, emoción y pensamiento.

¿Qué clase de besos le das tú a Dios? ¿Hace cuánto que no le adoras así, con gratitud, con excelencia, con obediencia, con sencillez en todo lo que haces?

¡La hora viene y la hora es ya! Dios nos está buscando, Él extraña que le adoremos así. ¡Llénalo de besos!

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //