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Hizo asimismo diez candeleros de oro según su forma, los cuales puso en el templo, cinco a la derecha y cinco a la izquierda.

2 Crónicas 4:7

En el Tabernáculo de Reunión que Dios dictó a Moisés había un candelero, pero en el Templo de Salomón se mandaron hacer 10.

A medida que el pueblo crecía, también se incrementaba la cantidad de levitas (siervos del Templo) y de necesidades del pueblo, así que se necesitaba más luz para que pudieran trabajar y que el pueblo viera la Luz.

¿Ha escuchado a algunos profesionales en su oficio pedir más luz para enfocarse más en lo que están haciendo? Todo el que quería leer, encontrar o reparar algo necesita la luz para poder trabajar y resolver el problema.

Cuando sienta que se incrementan los problemas, cuando nos rodean las tinieblas o simplemente, necesitamos hacer mejor nuestro trabajo, vamos a necesitar más luz.

En el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió dice que se aparecieron como lenguas de fuego repartidas entre los que estaban reunidos en el Aposento Alto.

Estas lenguas eran para hablar con denuedo pero también eran la chispa que iba a encender la Luz de Cristo sobre cada uno de sus enviados a predicar el Evangelio: ¡se estaban encendiendo más luces!

Es necesario que se multipliquen los candelabros, que sigamos uniéndonos a buscar que esas lenguas de fuego sean repartidas, que un viento recio expanda el fuego del primer amor en los corazones y que alumbren a todos con la luz del Evangelio donde quiera que vayamos.

Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:14-16

Cada Templo y lugar de reunión con Dios necesita más candelabros que lleven la luz de Cristo a los hombres y los alumbren con buenas obras que glorifiquen a Dios.

Las tinieblas cubren la tierra, pero usted y yo que somos discípulos de Jesús tenemos una llama de fuego que arde en nuestro corazón y que como una luz, debe ser puesta en alto para que alumbre a todos en casa.

Cada vez hay más necesidades y también más confusión en el mundo porque abundan las tinieblas, así que la iglesia necesita más candelabros y hasta un doble depósito como el de las vírgenes prudentes.

Usted y yo somos un candelabro muy necesario en el templo, la iglesia nos necesita para alumbrar a otros y hacer mejor el trabajo, anímese a compartir la Luz de Cristo; necesitamos más candelabros por favor.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //