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David entonces dijo: ¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia, para que hoy me seáis adversarios? ¿Ha de morir hoy alguno en Israel? ¿Pues no sé yo que hoy soy rey sobre Israel?

2 Samuel 19:22

Los hijos de Sarvia son sobrinos de David, hijos de su hermana y principales entre su ejército. Sus nombres eran Joab, Abisai y Asael (2 Samuel 2:18)

Estos hombres son fuertes y valientes, pero su conducta violenta, irrespetuosa y desobediente hace que David se pregunte a sí mismo y al cielo en varias ocasiones, ¿qué hace con ellos?

El poder y la influencia que tienen han endurecido sus corazones, y aunque son sagaces y estratégicos y han traído muchos beneficios al reino, su insolencia e insensibilidad han perjudicado a David matando indiscriminadamente a hombres que el rey ha respetado y amado: Abner, Amasá y su propio hijo, Absalón, con tal de permanecer en el poder.

En el mundo, los hijos de Sarvia son los que hacen el trabajo sucio justificando el fin y los medios para permanecer en el poder y hacer su propia voluntad, pero entre el pueblo de Dios no debemos ser así, porque no servimos a cualquier gobernante, sino al Rey de reyes y Señor de señores.

¿Cómo puedo saber si la vanidad de los hijos de Sarvia ha entrado a mi corazón?

Preguntándome si estoy dispuesto a hacer mi voluntad o a obedecer la de los líderes que Dios ha puesto sobre mí, y si estoy dispuesto a cambiar de ministerio si éstos me lo indican.

Tal vez tengo más experiencia, o mejores ideas, o mis argumentos son más completos, pero si no tengo la humildad necesaria para reconocer (y obedecer) una indicación (aunque no la entienda), estoy en peligro.

No permitamos que nuestra capacidad, o incluso cantidad de servicio, nos envanezca al grado de ignorar deliberadamente las indicaciones de nuestros líderes, o que eso nos quiera hacer estar por encima de los demás, como los hijos de Sarvia, quienes encontraron la ruina persiguiendo el poder.

Cuando los discípulos empezaron a preguntarse y competir entre ellos sobre quién era el mayor, se les olvidó que Cristo estaba entre ellos.

Hay uno mayor entre nosotros que nos ha dejado una indicación muy clara cuando el espíritu de los hijos de Sarvia se apodere de los siervos de Dios:

Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos. Marcos 9:35

¿Si la vanidad se apodera de nosotros estaríamos dispuestos a servir más en áreas menos visibles?

En antídoto para la vanidad de los hijos de Sarvia está en la humildad del servicio.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo//