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Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.

Eclesiastés 3:1

El apóstol Santiago (también conocido como Jacobo) es conocido en la tradición por sus rodillas de camello, y esta característica corresponde a que este varón de Dios pasaba mucho tiempo de rodillas, en oración.

Testigos oculares de los hechos como Mateo y Marcos (quien escribó el evangelio a través de los ojos de Pedro) que estaban con Jesús, así como Pablo, un hombre riguroso de la ley la gracia y su discípulo Lucas que hamás de hubiera atrevido a tergiversar la historia, confirman que este Santiago que escribe en la Escritura y que es el jefe de la Iglesia en Jerusalén en los primeros años del cristianismo, es hermano de Judas y de Jesús.

El otro Santiago, hermano de Juan, que andaban con Jesús durante su ministerio, había muerto en manos de la persecución que iniciaron contra la iglesia primtiva mientras Pedro estaba encarcelado y la iglesia oraba por él, razón por la cual no pudo haber escrito su epístola y no debemos confundirlo. (Hechos 12).

Pero volvamos a sus rodillas… este hombre pasaba mucho tiempo orando y obligando a su cuerpo a hacer reverencia, tal vez porque en el tiempo que vivió con Jesús no lo reconoció, o porque cuando comenzó su ministerio no solo se burló de él, sino que también lo tentó en la fiesta de los tabernáculos a que se mostrara a todos, es probable que su conciencia al haber dejado sola a su madre María frente a la crucifixión de su hermano lo persiguiera por el temor al repudio, y en su vergüenza intentara recuperar el tiempo de comunión con Él.

Y tal vez muchos de nosotros hemos dudado de la adopción que tenemos en Cristo y que nos ha hecho hermanos suyos, quizá nos burlamos o lo tentamos a hacer cosas para satisfacer nuestras necesidades, o incluso lo dejamos solo en el momento de la prueba y nos apartamos de la familia de la fe avergonzados no queriendo que nos identifiquen con Jesús por temor a la persecución.

Pero Jesús no se da por vencido con nosotros, y conoce nuestro corazón y que hemos cometido errores. Él busca encontrarse con nosotros para mostrarnos que Su palabra es verdad, que lo que prometió lo cumplió y que consumó en la cruz y en su resurrección todo lo que Dios dijo que haría a través de Él.

Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.

1 Corintios 15:7-8

Y Jesús busca a su hermano incrédulo y entonces Él cree y decide servirlo.

Hubo una temporada de incredulidad, de tibieza, de indecisión, de verguenza y temor, pero hay una temporada de resurección y de encuentro, de que se caigan los velos y se reciba la identidad y el propósito de hijo y de heredero para servir intensamente en el propósito que Dios diseñó para cada uno de nosotros.

Esta es la temporada que Dios ha preparado para ti, Cristo viene a tu encuentro a recordarte que ha pasado el tiempo de tus dudas, este es el tiempo de la Verdad y comenzarás a caminar no por vsta sino por fe.

¿Cómo lo lograras? Es tiempo de doblar rodillas, aunque nos queden como las de un camello… es tiempo de ser audaz, de probar y ver, para caminar por fe.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //