fbpx

Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.

2 Corintios 4:7-10

¿Quién nos hizo creer que éramos indestructibles?

La Escritura dice que somos vasos de barro, no de acero inoxidable.

Pare de sufrir por creer que es algo que no es: nos rompemos, nos debilitamos, nos desmoronamos para que ninguno nos gloriemos de nuestra condición, sino de la de Cristo en nosotros.

Porque no es su imagen o condición ni la mía, sino la de Cristo en nosotros la que nos da esperanza.

Y estamos atribulados en todo, pero sin angustia porque en las dificultades Su mano reposa sobre nosotros.

Y andamos en apuros, pero no desesperados, porque en Sus manos están nuestros tiempos, y prometió responder siempre que clamamos a Él.

Y somos perseguidos, pero no desamparados, porque el Poderoso de Israel pelea por nosotros y bajo la sombra de Sus alas estamos seguros.

Y fuimos derribados, pero no estamos destruidos porque ya no vivimos nosotros, ahora es Cristo el que vive en usted y en mí y nos ha levantado de la muerte del pecado para darnos vida eterna.

Y aunque llevamos en el cuerpo las marcas que testifican que estamos luchando diariamente contra el pecado que hay en nuestros miembros, también nuestro cuerpo testifica que ahora estamos vivos por y para Cristo.

Somos polvo, que la misma boca de Dios sopló en nuestra nariz para que tuviéramos vida, pero al polvo volveremos.

Déjese moldear en el torno, aunque todo de vueltas; que importa si somos barro si estamos ¡en Sus preciosas manos!

// Castillo del Rey Santiago: haciendo de cada creyente un discípulo //