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Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista.

Marcos 10:51

Muchos de los milagros que Jesús hizo y de las formas más diversas, fue dar vista a los ciegos.

Pero este ciego de Jericó la había perdido y quería recuperarla y el Hijo de Dios se lo concedió, porque habló claramente y tuvo fe para recibirlo.

La Palabra de Dios es clara y no nos deja dudas. La Escritura nos dice sencillamente lo que es bueno y lo que es malo, para que no tengamos excusa y lo sigamos o nos apartemos, pero que tomemos una decisión.

Desafortunadamente, con el tiempo, hemos querido ver solo la bendición y hacer caso omiso de la maldición. Nos enfocamos tanto en el bienestar que cuando la Escritura nos incomodó hicimos como que no veíamos y desechamos la exhortación y la corrección.

Y abandonamos ministerios, dejamos de contestar las llamadas de nuestros pastores y nos cambiamos de iglesia, porque sentimos que les faltó amor, cuando en realidad era eso lo que los motivaba a perfeccionarnos, porque velaban por nuestras almas.

Y poco a poco, nuestro amor se enfrió y comenzamos a perder de vista lo importante y con ello, la vista también. Entonces dejamos de ver que la fidelidad de Dios es para bendecir a los que son fieles a Su pacto y para maldecir a los que lo rompen voluntariamente.

Pero así como ha cumplido con todo lo bueno que les prometió, también cumplirá en castigarlos si lo desobedecen. Dios hizo un trato con ustedes, y espera que lo cumplan. Si ustedes no le son fieles, sino que adoran a otros dioses, él se enojará y los castigará hasta que no quede uno solo de ustedes en esta buena tierra que nuestro Dios nos ha dado».

Josué 23:15-16 TLA

Dios es fiel, y en su inmenso amor Él no quiere que nadie se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento, por eso nos habla tan claramente y nos manda a sus siervos, como Josué, a recordárselo a todos los ancianos, líderes, jueces, oficiales y cabezas de familia, para que ellos a su vez, lleven el mensaje a sus hogares y no se vuelvan ciegos a Su Palabra.

Si así como este ciego de Jericó, queremos volver a ver claramente porque nos cegamos a la realidad de Dios por ir detrás de los placeres del mundo, por buscar nuestra comodidad y bienestar sin esforzarnos y sin tomar la cruz cada día para seguir fielmente a Cristo, hoy podemos gritar con todas nuestras fuerzas:
¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!

Él mandará llamarlo, ¿arrojará su pasado, su comodidad y su estilo de vida de una vez por todas para venir a Él?

Este ciego dio un paso adelante, hacia Jesús y ahora puedo ver claramente. Lo invitamos a que usted haga lo mismo.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //