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Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Mateo 28:19-20

Jesús le dio una comisión a sus discípulos: que hicieran más discípulos.

Y no hay fórmula para hacer discípulos que no incluya primero hacer creyentes, es necesario compartir el evangelio para que la fe venga por el oír la Palabra de Dios y creyendo, vean a Dios obrando en sus vidas, pero debemos dar un paso más: el discipular a otros.

Tal vez algunos ya conozcan como los de Berea, y revisen todo lo que les decimos, pero si son como los de Atenas, tendremos que echar mano de lo que está alrededor para hacerles ver que el Evangelio no solo es real, también es práctico.

Es necesario que tomemos el tiempo y la paciencia de visitar, convivir y platicar con aquellos que necesitan afirmarse en el evangelio y adoptar la Gran Comisión.

Esta puede llevarse a cabo predicando y también sirviendo. Hemos conocido testimonios de iglesias que adoptaron colonias y comenzaron a rehabilitar espacios públicos para luego compartir un breve mensaje con sus vecinos. Otras han abierto talleres para adultos mayores y ministrarles el evangelio. Algunas más han abierto equipos de deportes para niños y les proporcionan la visión cristiana de la disciplina y el trabajo en equipo, orando e intercediendo por sus familias.

Maneras hay muchas y todo lo que hagamos para el Señor no volverá vacío, sino que cumplirá Su propósito.

Empecemos por procurar que nuestro hogar sea un lugar de refugio y nuevas fuerzas para todo el que entra en él y que sin importar cómo llegaron, salgan bendecidos y con una nueva esperanza.

Dediquemos tiempo a hacer visitas de misericordia, seamos como la reina de Sabá que en su visita a Salomón no llegó con las manos vacías, llevemos una despensa o una pequeña merienda para compartir con los anfitriones que nos reciben.

Si sabe de alguien que está pasando por una necesidad, ore presencialmente por ellos, deje que sientan el cobijo de su iglesia, mucho del evangelio no lo decimos con palabras, sino con hechos.

Y no se olvide de sus pastores y líderes, ellos también necesitan que usted se interese por ellos y los cubra con oración.

Pregunte en su iglesia si cuentan con programas de crecimiento ministerial y acérquese a sus líderes para iniciar uno, muchas personas quieren madurar la fe y no saben cómo y el cambio en su comunidad será notorio.

Y tenga confianza en esto: Jesús prometió que estaría con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //