Alguna vez te has preguntado ¿a qué sabía el maná?
Todavía puedes saberlo, el pan del cielo nos fue dado a través de Jesucristo, de la Palabra viva.
El maná sabe:
• a juicio cuando estás en pecado.
• a misericordia cuando te has arrepentido.
• a paz cuando estas en tribulación.
• a victoria cuando estás en la batalla.
• a sanidad cuando tienes una enfermedad.
• a alegría cuando vives en tristeza.
• a esperanza cuando las desilusión está alrededor.
• a lo que tú necesites cuando tengas necesidad de Dios.
Cuando abres la Escritura y la lees, ¿a qué te sabe a ti el maná?
El pueblo de Dios se vio afectado por la codicia y el maná perdió el sabor para ellos, y desearon los placeres de la carne.
¿Te ha pasado que la comida no te sabe a nada, que “ha perdido” su sabor?
Cuando alguien se encontraba en esa situación, los abuelos decían que tenía “empacho”, que significa una indisposición causada por comer en demasía y sufrir una digestión difícil, o un simple cansancio o aburrimiento causados por algún exceso.
Los placeres de la carne pueden hacer que el maná que Dios nos ofrece nos parezca “aburrido” o sin sabor, o nos cause una indisposición.
Desintoxíquese de los placeres de la carne y vuelva a tener hambre por el pan del cielo, su sabor es único e inigualable, es Cristo mismo quien se presenta a nosotros para saciar el hambre que nada ni nadie más puede.
Vuelva a saborear la Palabra que es más dulce que miel sobre hojuelas del cielo (Éx. 16:31), más sagrado que pan cocido con el aceite que representa la unción (Núm. 11:9).
¿Y tú que vas a comer hoy?
// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //
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