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En derredor tendrá dieciocho mil cañas. Y el nombre de la ciudad desde aquel día será Jehová-sama. Ezequiel 48:35

El libro de Ezequiel comienza en el exilio. El pueblo de Israel ahora está en Babilonia y de repente, Ezequiel ve una visión de la gloria de Dios ahí mismo, ¿qué hacía con ellos cuando debería estar en el templo sobre el arca del pacto?

El profeta descubriría que la presencia de Dios salió de ese lugar porque fue ocupada por el amor a otros dioses, y fue a seguir a su remanente que lo anhelaba en la cautividad.

Al final del libro, el Señor levanta a su pueblo representado como huesos secos y les infunde nueva vida, transformando su corazón de piedra en uno de carne y comienza a construir una nueva nación donde Él sea el centro, donde Él gobierne todo de nuevo.

Jehová-sama quiere decir: Él está ahí, en medio de ellos.

Si podemos reconocer que Dios nos llamó de la muerte a la vida, reestablezcamos el orden y construyamos algo nuevo donde nuestro Dios esté ahí, en medio nuestro.

Levantemos en nuestro corazón un nuevo templo, transformemos nuestro entorno en una nueva ciudad donde Dios hace todo nuevo, donde la gloria de Dios está allí en medio, fluyendo como un río, trayendo vida y restaurando el desierto en un nuevo jardín.

¿Cuál es el centro de tu vida?, ¿de tu iglesia? ¿de tu ciudad?

Es desde el centro de donde sale la estrategia y la operatividad de todo pueblo.

¿Quién es el centro?

Oremos para que Cristo sea el centro de nuestras vidas, que se restaure la adoración y el gobierno de Dios en cada corazón, en cada templo, cada ciudad y nación, que Él sea quien vive y reina en medio nuestro.

Y que el nombre de nuestra ciudad desde aquel día sea llamado: Jehová está en ella, Jehová es el centro.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //