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¿Qué Dios hay como tú, que perdone la maldad y pase por alto el delito del remanente de su pueblo? No siempre estarás airado, porque tu mayor placer es amar.

Miqueas 7:18 NVI

Algunos piensan que Dios, el amor y el placer están muy lejanos uno del otro, sin embargo esto no es así, porque aunque las personas crean que amor es amor en cualquiera de sus expresiones, el amor como se describe en la biblia es muy diferente del amor promovido por el mundo.

El amor bíblico es desinteresado e incondicional, a diferencia del amor del mundo que se caracteriza por el egoísmo.Y para muestra, tres botones:

  • El amor al dinero. 1 Timoteo 6:10 Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
  • El amor a sí mismo. 2 Timoteo 3:2-3 Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno.
  • El amor a los deleites. 2 Timoteo 3:4 traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios.

Satanás gobierna un mundo con un sistema de valores contrario a Dios, que confunde a las personas y las enfoca en su interés individual y egoísta, donde sólo importa lo que tengo, cómo me veo y cómo me hace sentir, sin darse cuenta que son callejones sin salida que llevan a la muerte.

Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.

1 Juan 2:16

¿Cuántos de nosotros buscamos más la satisfacción del dinero que de Dios?
¿Cuántos dedicamos más tiempo en complacernos a nosotros mismos que a Dios?
¿Cuántos buscamos celosamente nuestro propio deleite en lugar de buscar el deleite de Dios?

Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.

1 Juan 4:16

Si queremos permanecer en el verdadero amor, en el amor de Dios, amemos a Dios sobre todas las cosas, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Nuestra medida siempre será amar a Dios primero y amar a los demás de la misma forma, no más ni menos, que a nosotros.

Si reconoces que te has dejado llevar por los deseos de los ojos, de la carne o de la gloria personal, si has tenido más fe en el dinero que en Dios, si te has apasionado por tu propia satisfacción en lugar del prójimo o reconoces que te has deleitado más en hacer tu voluntad que la del Padre, acércate con humildad al Señor, pídele perdón y busca Su amor.

Tenemos un Dios tan amoroso que se complace en hacer misericordia a todos los que están arrepentidos y tienen fe en que el sacrificio de su Hijo Jesucristo, tiene el poder para perdonarlos y salvarlos, porque Su mayor placer, es amar.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //