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Hay quienes piensan que la religión es para ignorantes, pero quiero platicarte sobre unos de los primeros científicos de la historia que investigaron sobre la existencia de Dios y ¡lo encontraron!

Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos.

Mateo 2:1

Estos magos eran los sabios y eruditos de sus reinos y no solo conocían de geografía sino también de astronomía, diplomacia, idiomas y más conocimiento reservado solo para mentes brillantes. Su sensibilidad incluía la ciencia, la naturaleza, la cultura y también lo espiritual.

Ni las ciencias exactas, ni las sociales estaban peleadas con Dios, aquí podemos ver que desde todos los tiempos han estado íntimamente relacionadas, y que lejos de intentar demostrar su inexistencia, lo que querían era ¡comprobarla!

¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.

Mateo 2:2

¿Te imaginas el nivel del acontecimiento científico de la época para que estos hombres (que tenían sus propios reyes) salieran de sus cortes para ir a adorar a otro Rey?

Mira que ellos, aunque no pertenecían al pueblo de Dios, bien conocían que saldría una estrella de Jacob, de la línea de Judá y sería el Mesías, ¡y lo dejaron todo para ir a encontrarlo!

Este es el método científico: formular un postulado e investigar hasta tener datos contundentes al respecto.

Una luz desde el cielo alumbrando su camino hasta el pesebre parece señal suficiente de que algo sobrenatural estaba sucediendo.

Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.

Mateo 2:10-11

Algunos romanos pensaron que el apóstol Pablo se había vuelto loco a causa de tanto conocimiento cuando les predicaba de la resurrección de Jesús, pero aquí podemos ver que una persona lo suficientemente sensible a los hechos, puede reconocer la divinidad en su existencia, llenarse de un gozo infinito, adorarlo y derramar el tesoros de su corazón para Jesús: el Rey (oro), el Dios (incienso) y el Salvador que moriría por nosotros (mirra).

Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

Mateo 2:12

Estos hombres sabios cambiaron su trayectoria, porque se dieron cuenta que Jesús es el único Camino.

Hace unos días recordamos este acontecimiento que partió la historia y dejó una huella en la ciencia de otros países vecinos, pero queremos decirte que si tú eres sabio, no busques a Jesús en los reinos de la tierra, búscalo en la ciencia, en la naturaleza, en la historia y la cultura e incluso, en el pesebre de un muladar. Sé sensible a Su presencia y vuelve a tu casa por otro camino: Jesús, es el Camino.

//Castillo del Rey Santiago: haciendo de cada creyente un discípulo//