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El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.

Hechos 9:5

¿Conoces a alguna persona que con sus palabras o acciones esté en contra de Dios?

Saulo era un fariseo que creía que servía a Dios pero estaba en contra de los seguidores de Jesús, que perseguía a la iglesia y condenaba a los creyentes sin saber que estaba contendiendo con Dios mismo.

Hay personas que verdaderamente piensan que hacen lo correcto al sacar a Jesucristo del corazón y la mente de los demás. Y aunque no conocemos cómo llegaron a esas conclusiones, sí podemos saber que Él quiere transformar sus vidas, igual que lo hizo contigo y conmigo, porque dio su vida por TODOS.

Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos.

1 Timoteo 2:5-6

Años después, Pablo le escribe a Timoteo que la gracia de Dios es para todos y nos invita a recibirlo.

En las manos de Dios, todos podemos ser un instrumento útil para proclamar el evangelio.

El Señor envió a su siervo Ananías a ir y orar por él, y nos envía a ti y a mí a hacer lo mismo, a ir más lejos de nuestro entorno inmediato, a orar no sólo por los que amamos, sino también por los que nos persiguen y nos dañan, aún por los que nadie quiere orar pero que también necesitan ser salvos, porque serán un estandarte de la gloria de Dios.

Hoy queremos invitarte a orar por todos los Saulos para que se conviertan en Pablos, por aquellos que van contra el cuerpo de Cristo, que es la iglesia, para que Luz resplandezca sobre ellos y sus ojos sean cegados a lo natural para abrirse a la sobrenaturalidad de Dios.

No nos limitemos al orar, oremos por las ovejas perdidas de la casa (que se han ido de la iglesia por la razón que sea), por los fariseos de las congregaciones (que creen en Dios pero no obran conforme a la enseñanza de Jesús), por los agnósticos (que creen en un poder sobrenatural pero no reconocen a Dios) y también por los ateos (que no creen en Dios).

Tomemos una decisión de orar cada día por una persona que esté en uno de los grupos anteriores para que tengan un encuentro con Jesucristo, que conozcan el amor de Dios, reciban la vista, sean transformados y anuncien la salvación de Jesucristo donde quiera que vayan.

Seamos audaces al orar por los perdidos para que veamos el poder de Dios en acción y la llenura del Espíritu Santo en manos de hombres y mujeres implacables, oremos por Saulos convertidos en Pablos, que dejan la violencia para compartir el amor de Dios al proclamar el Evangelio, y que podamos llamarlos: hermanos.

Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

Hechos 9:17

//Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo//