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He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

Apocalipsis 3:20

Muchas veces somos asombrados porque hay personas que no le abren la puerta de su corazón a Jesús, y podemos sentirnos tentados a pensar que su corazón está ciego y/o endurecido a causa de la incredulidad, pero si leemos el contexto encontraremos que el Espíritu lo dice a la iglesia, al pueblo que conoce a su Dios.

¿Cuál es la razón por la que la iglesia ha dejado fuera a Jesús? Y aún más importante ¿por qué no le ha abierto la puerta?

Y quiero que consideremos a un ama de casa, ¿cuál sería la razón por la que dejaría a un invitado afuera? Creo que la respuesta sería: el desorden.

Muchas veces, la iglesia deja a Jesús afuera por vergüenza.

Cada uno de nosotros podemos llegar a tener un desastre en nuestro corazón a causa de que dejamos a Jesús fuera y luego no tenemos el valor de dejarlo entrar de nuevo y que vea nuestra condición.

Otra de las razones es por enojo, porque no le perdona a Dios que ame a otros pecadores que le han herido. Mira al hermano mayor del pródigo, quien discutió con el Padre por ser misericordioso con su propio hijo y hermano.

Dios no es ni como tú ni como yo, Él está revestido de misericordia y de amor para todos los que quieran recibirlo.

Aunque estemos llenos de defectos, de errores, de desorden y hasta de enojo, Él mira nuestro corazón necesitado y se acerca suplir nuestra necesidad.

Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.

Lucas 15:28

Jesús es la explosión de amor del Padre que anhelaba abrazar a sus hijos que habían sido corrompidos por el pecado.

Jesús es el enviado a acercarnos de nuevo a un Dios que nos ama, que entiende lo que el pecado hizo y que ya no puede soportar que estemos tan lejos y tan avergonzados, que corre a buscarnos y que incluso, si estamos enojados, también que nos ruega que entremos al banquete que hay en Su presencia, porque nos ama.

Aunque Jesús tiene potestad de juzgar, vino a limpiar lo que estaba sucio, libertar lo que estaba esclavizado, a sanar lo que estaba enfermo, a rescatar al que estaba perdido, a perdonar al que había fallado y a restaurar lo que se había roto.

Cuando Jesús inició su ministerio, se acercó a la sinagoga y leyó la porción del profeta Isaías:

El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.

Lucas 4:17-19

Todos lo miraban atónitos mientras Jesús les decía: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. Lucas 4:21

Esto se ha cumplido delante de nosotros, Jesús está a la puerta, llamando para perdonar y abrazar, rogando que dejemos todo atrás y entremos a disfrutar.

No tengas temor, enojo ni vergüenza si descubres a Jesús llamando a tu puerta, ahora que lo escuches abre y dile: Señor ¡estoy listo! ¡Entra en mi vida de nuevo y toma el control de mí, y quiero disfrutar todo contigo!

Iglesia, disfruta de nuevo el deleite de estar con Él y que Él esté contigo.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //