La oración de Jabes refleja el clamor de un hijo marcado por el dolor pero dispuesto a creer que Dios puede darle un futuro diferente; está llena de necesidad, fe y esperanza.
Jabes pide libertad, sanidad, bendición, expansión, herencia, unción y protección ¡y Dios le concedió lo que le pidió y lo volvió ilustre por su fe!
Pero antes de que usted empiece a pensar en la lista de cosas que quiere pedirle a Dios, quiero que nos enfoquemos en la última parte de esta porción: “Y le otorgó Dios lo que pidió”.
¿Puede recordar aquellas oraciones que Dios ya le concedió? Yo sé que tiene necesidades en este momento, pero es tiempo de hacer una pausa y mirar hasta dónde nos ha traído el Señor y darle gracias.
¿En qué cosas usted puede decir: el Señor me concedió lo que le pedí?
Un hijo de Dios entiende que los «sí» de Dios son de bendición, y los «no» ¡también! Porque traen protección y así es como Él nos concede también nuestras peticiones, guardándonos del mal y preservándonos para vida eterna.
Dios no avergüenza a los que claman a Él. No permita que las dificultades le impidan ver las oportunidades que Dios le está dando como respuesta a sus oraciones, y mucho menos olvidar todas las veces que Él le concedió lo que le pidió.
Recuerde todas las veces que Dios ha escuchado su oración y ha respondido, confíe en que siempre que usted le busca, Él le escucha y responde.
Haga memoria de todo lo que Dios le ha otorgado y verá como su lista de necesidades se resuelve sola porque su alma vuelve a confiar porque ha recordado todos los beneficios de creer en Dios.
// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //
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