fbpx

Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.

Colosenses 3:14

¿Recuerda que durante los primeros meses de pandemia no podíamos abrazarnos ni tocar a otras personas por cuestiones de salud? ¿Recuerda cómo nos las ingeniamos para mantenernos en contacto, y cómo volver a abrazarnos?

Nos revestimos con mascarillas y batas, nos volvimos más estrictos con la limpieza e incluso hasta improvisamos barreras de plástico para poder abrazar a nuestros seres queridos con tal de no contagiarnos y poder estar juntos de nuevo, y recordaba la importancia de buscar la forma de mantenernos unidos, de limpiarnos y santificarnos más para poder abrazarnos espiritualmente unos a otros, sin temor a hacernos daño.

“El vínculo perfecto”, me susurraba el Espíritu mientras oraba hoy, porque es necesario que nada nos separe, especialmente porque estamos viviendo momentos oscuros y difíciles otra vez.

Pablo le dice a la iglesia de Colosas (y también a nosotros) que debemos vestirnos de amor, que es el vínculo perfecto. Pero no es un amor emocional el que describe la Biblia, viene del griego ágape, que se refiere al decir amor divino, y que quiere decir “lo que Dios prefiere”.

Cuando haya una situación complicada entre las personas, cuando dudemos de si alguien debe recibir el amor o el perdón de Dios debemos de vestirnos, así como lo hacíamos en la pandemia para no contaminarnos unos a otros, del amor de Dios haciendo lo que Dios prefiere.

Porque eso es amar, es obedecerlo y hacer lo que a Él le agrada. Eso es lo único que nos va a vincular perfectamente con los demás aunque sean diferentes a nosotros, aunque fallemos, e incluso aunque nos desagrademos en ese momento.

La palabra “vínculo” viene del griego sundesmos, que quiere decir “estar atado a, ser prisionero con, lo que une a todos».

Cuanto estemos en una situación complicada y no sepamos cómo amar a alguien, cómo mantenernos unidos a ellos a pesar de nuestras diferencias, vistámonos de ese amor que dice Colosenses, recordemos que solo necesitamos hacer lo que Dios prefiere que hagamos en esas circunstancias (y si no sabemos qué es debemos preguntárselo y encontrar la respuesta en la Escritura), y entonces vamos a poder unirnos de nuevo.

La pandemia que vivimos hoy no se llama COVID, se llama individualismo, y necesitamos volver a interesarmos los unos por los otros, que nadie se quede solo, que nadie se quede fuera, que a pesar de nuestras diferencias, podamos vestirnos del amor de Dios para poder abrazarnos unos a otros con libertad y vivir unidos como una familia en Cristo Jesús.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //