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Y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea.

Lucas 24:5-6

Recientemente me sugirieron ver un documental sobre la vida de un músico latino migrante que fue descubierto en los años 70’s y cuya música no trascendió en los Estados Unidos en su época.

Este cantautor hablaba sobre los problemas sociales y mostraba su perspectiva en cada canción; los conocedores coincidían que lo tenía todo para triunfar pero esto no sucedió y cuando mucho, llegó a vender solo 6 discos y fue despedido.

Sin embargo, una de estas copias llegó a Sudáfrica en el tiempo en el que la segregación racial y los problemas políticos oprimían al pueblo y su música no solo comenzó a reproducirse de manera clandestina sino también a multiplicarse hasta convertirse en la banda sonora de la revolución contra el apartheid.

El rumor de su muerte en un concierto de manera pública como un acto de protesta contra el sistema incrementó su fama y misterio, y se volvió una locura al grado de tener el equivalente a 5 discos de platino y ser más famoso que los Rolling Stones en el país africano.

La poca información de su vida hizo que sus discípulos musicales comenzaran la búsqueda de información y luego de que un detective musical tomara el reto, publicó un anuncio en el periódico que tituló: “Buscando a Jesús”, para finalmente descubrir, a través de quienes verdaderamente le conocían que estaba vivo en el otro lado de su mundo.

La euforia fue tal que sus seguidores, algunos incrédulos y otros llenos de fe, comenzaron a organizar conciertos y presentaciones en el país y abarrotaron los lugares para verlo y oírlo: aquel que les habían dicho que murió vivía y llenos de emoción se sintieron como en el cielo al verlo.

Este hombre había estado viviendo en la misma ciudad, llevando una vida sencilla y trabajando con sus manos como ayudante de la construcción; él solo sonreía cuando vio el impacto de su música del otro lado del mundo y donó todas las ganancias de los conciertos a organizaciones civiles para seguir trabajando de forma modesta, aunque era tan famoso como un rey en aquella tierra.

Este documental me recordó a Cristo, puesto que ni usted y yo hemos visto a Jesús, pero hemos oído que murió y por fe creemos que vive.

El Hijo de Dios sigue viviendo entre nosotros, viviendo modestamente, compartiendo su amor y su arte con todos nosotros, cuestionando nuestra forma de pensar y conmoviendo nuestras entrañas para hacernos nacer de nuevo.

Yo sigo buscando a Jesús, anhelando ese concierto en el cielo donde mis ojos lo verán y veremos también a muchos seguidores de todo el mundo, algunos conocidos y otros no, pero nos uniremos para cantar juntos una gran alabanza y júbilo por la libertad que su vida nos ofreció.

Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación.

Apocalipsis 5:9

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //