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Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Mateo 27:4

Judas vio que Jesús era condenado injustamente y arrepentido, devolvió a los sacerdotes las piezas de plata que le dieron por entregarlo. Él intentó recibir el perdón de los sacerdotes para seguir adelante pero el único que podía dárselo verdaderamente, era Jesús.

Muchos de nosotros podemos sentirnos arrepentidos esta Semana Santa así como Judas, reconociendo que Jesús es inocente y nosotros pecadores, pero queriendo encontrar en los hombres una justificación para continuar con nuestro mismo estilo de vida que nos conducirá a la muerte.

Judas estaba acostumbrado a llevar las riendas de su propia vida, a hacer negocios y transacciones, a administrar el dinero y hacer las cosas a su manera, pero cuando buscó deshacer sus negocios, no le funcionó porque no vino a Cristo.

Un verdadero acto de contrición, de arrepentimiento por la culpa de hacer algo que desagrada a Dios no solo se manifiesta reconociendo y confesando nuestro pecado ante Dios, sino también llevando una vida transformada.

Mateo describe que junto con Jesús, muchos cuerpos de santos que estaban en sus tumbas se levantaron, ¡muchos resucitaron!

Y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. Mateo 27:52-53

Una vida marcada por el arrepentimiento genuino y por el sacrificio de Cristo se refleja en despertar de la oscuridad a la Luz. Hombres y mujeres que reconocieron su pecado, se apartaron del mal y se consagraron para Dios se levantaron a testificar de muerte a vida a muchas personas cuando la piedra fue removida.

Hoy celebramos que Cristo resucitó, celebremos que hemos resucitado juntamente con Él, no se quede dormido esperando otro momento, ya no hay obstáculos que lo impidan, hoy es el día para levantarnos, salir del sepulcro e ir a familiares y amigos, de aparecerse ante muchos para que vean que ya no vivimos nosotros, sino que ahora Cristo vive en usted y en mí.

¿Lo cree?

No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. Mateo 28:6

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //