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Mas Jehová tuvo misericordia de ellos, y se compadeció de ellos y los miró, a causa de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob; y no quiso destruirlos ni echarlos de delante de su presencia hasta hoy.

2 Reyes 13:23

Un pretexto es un argumento o una razón que se esgrime para justificar una acción o para explicar por qué no se ha realizado algo.
Usted y yo muchas veces nos hemos valido de pretextos para hacer o dejar de hacer lo que nos corresponde, y es interesante ver que Dios también los ha utilizado para salvarnos en muchas ocasiones.

El pueblo de Dios se dividió en dos reinos por causa de la desobediencia de Salomón, al sur el de Judá y al norte el de Israel. En ambos lugares, tanto los reyes como el pueblo le fallaban a Dios, pero Él siempre encontraba una razón para retardar su promesa de juicio, para salvarlos.

¿Se da cuenta cuánto amor y paciencia se necesita para seguir salvando a los necios como usted y como yo que fallamos tantas veces?

En el caso del reino del sur, cuando el pueblo caía en manos enemigas por apartarse de Dios, Él veía la opresión de los adversarios y tenía compasión de ellos cuando recordaba su pacto con David; y en el caso del reino del sur, como sus reyes no pertenecían al linaje davídico, Dios recordaba que eran descendientes de Abraham, Isaac y Jacob con quienes había pactado también e iba en su rescate levantando un libertador.

Y vemos a Dios haciendo misericordia con ellos una y otra vez, pero también con nosotros, aquellos gentiles que por la fe en Jesucristo, y por amor al pacto que ambos hicieron para salvarnos en la cruz, podemos alcanzar el oportuno socorro.

Dios está encontrando pretextos para salvarnos, ¿usted y yo qué pretextos usamos para no obedecerlo?

Dios es paciente con nosotros, y aunque Su misericordia es eterna, el tiempo del juicio está cerca.

Si vamos a usar los pretextos, que sea para anunciar a Cristo a tiempo y fuera de tiempo, porque viene pronto.

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

2 Pedro 3:9

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //