fbpx

 “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.” Josué 1: 9

La vida de Josué, como la de David, requería valor, porque ambos se dedicaron a hacer guerra y conquistar territorio.

Josué no siempre fue un guerrero, durante mucho tiempo fue un discípulo de Moisés que se seguía fielmente y esperaba pacientemente a la puerta del tabernáculo de reunión mientras Dios hablaba con el Legislador.

David fue un pastorcito de ovejas antes de ser diestro en batalla, y fueron sus tiempos a solas con Dios y preocupado por su rebaño los que lo fueron entrenando para defenderlo e osos, leones, gigantes y solo entonces, muchos adversarios.

Darle la espada a una persona que no tiene valor es condenarlo a la muerte, por eso Dios adiestra a su pueblo para que a través de cosas comunes, transforme su condición de civiles a soldados.

Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy.” Joel 3:10

Los verdaderos valientes se forjan en la necesidad o en las dificultades.

Miremos el ejemplo de los valientes de David que salieron de la cueva de Adulam y que aprendieron a fortalecerse en el Señor. Ellos también eran persona que tenían temores, peor aprendieron a despojarse de ellos y ponerlos en manos de Dios, porque así es como los controlaban.

¿Qué podemos aprender de los valientes de David para imitarlos?

De Adino el eznita, que peleó contra ochocientos hombres en una ocasión, podemos aprender que debemos acostumbrarnos a las dificultades, entrenándonos diariamente para el día malo y estar siempre dispuestos a pelear.

De Eleazar hijo de Dodo, que se le quedó pegada la mano a su espada de tanto pelear contra los filisteos, podemos aprender que no debemos desistir hasta ver la victoria. ¡No darnos por vencidos!

De Sama hijo de Age, ararita, que cuando todos huyeron, él se levantó y defendió un campo lleno de lentejas, podemos aprender a no huir de los problemas ni dejar que nada nos robe lo que Dios nos dio.

De los tres que bajaron al pozo de Belén por agua para David, podemos aprender que debemos honrar a nuestras autoridades aún cuando cometan errores.

De Benaía, el que mató a varios leones en condiciones adversas, podemos aprender a no dejar que nada nos detenga cuando el enemigo venga como león rugiente buscando a quién devorar. Éste hombre también peleó contra un egipcio de gran estatura y le quitó su propia lanza y lo mató con ella.

Benaía siguió el ejemplo de David con Goliat, cuando el enemigo venía con lanza, Benaía (igual que David) traía un palo, pero con su propia lanza lo eliminó. Cualquier gran problema lo podemos convertir en reto si miramos el ejemplo de otros que ya vencieron.

Si queremos ser valientes, necesitamos vivir con un propósito.

Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:13-14

¡Seamos valientes!

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //