fbpx

En mis días universitarios decidí entrar a trabajar; por ser estudiante tenía medio turno en una agencia de telemarketing donde vendíamos servicios y realizábamos alrededor de 200 llamadas en menos de 6 horas.

Durante ese tiempo, tomaba alrededor de 3 litros de agua durante la jornada de trabajo porque de tanto hablar, la saliva se me terminaba.

Luego de tres meses de estudiar, trabajar y transportarme 90 kilómetros diarios a mi casa, no podía más y decidí renunciar. Y no me malentienda, el trabajo no era malo, es solo que para ese tiempo me imponía más cargas que beneficios y dejó de ser funcional.

Recuerdo que mi supervisora intentó disuadirme y me dio otra oportunidad de quedarme, pero yo no quería permanecer ahí más, así que renuncié y el contrato que había firmado quedó sin efecto, ni la empresa ni yo teníamos una relación vinculante, y me fui a casa libre de responsabilidad.

Con el pecado sucede algo parecido: cuando usted cae en la tentación le da autoridad y derecho legal a la maldad de actuar sobre su vida y va a tener un acusador encima que va robar, matar y destruir todo lo suyo.

Si usted has hecho un pacto (un contrato) con él al abrirle la puerta, al seguir sus indicaciones y obrar conforme a su voluntad, puede renunciar a él y romper el vínculo que le ata e irse con libertad.

Debo advertirle que no podrá hacerlo solo, porque el engañador es astuto e intentará convencerle de que se quede, de que vea los beneficios que le da, pero tiene al mejor abogado para defenderlo: se llama Jesucristo.

Cuando Jesús estaba en la cruz pronunció una palabra: Tetelestai, que quiere decir “Consumado es”.

Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.

Juan 19:30

Cuando Jesús dijo esto estaba diciendo cuatro cosas para que nosotros creyéramos que Él es el Hijo de Dios que vino a salvarnos y liberarnos de todos esos pactos que hicimos sin darnos cuenta:

  1. Que la lucha había sido terminada y la misión estaba cumplida.
  2. Que el sacrificio había sido perfecto y ya no necesitan hacerse más.
  3. Que la deuda había sido cancelada y somos libres.
  4. Que una era llegaba a su fin y comenzaba una nueva.

Si usted reconoce que (sin querer o queriendo) ha hecho pactos con la maldad en su pasado, que se ha vinculado de manera peligrosa a través del ocultismo, que le ha dado autoridad a la muerte con sus palabras o pensamientos, que ha participado en hechicerías o vicios, que la permitido que la depresión, ansiedad, tristeza, inmoralidad sexual o cualquier otra afectación en su mente tome poder sobre su vida, si se ha arrodillado ante ídolos, si ha hablado con violencia y le ha dado rienda suelta a los placeres de la carne y a los vicios, si ha cometido pecado, Jesús le ofrece esta salida: ¡renuncie!

Con sus propias palabras y a viva voz, declare su renuncia a esos pecados que le mantienen atado, que lo esclavizan, que le engañan con falsos placeres y beneficios y reciba a Jesús como su Salvador, porque Él terminó nuestra lucha en la cruz, su sacrificio por nosotros fue perfecto, canceló nuestra deuda de muerte y ha terminado con nuestra vida pasada y nos ofrece una nueva.

Pide a Dios que te recuerde aquellas cosas que desagradaban a Dios y con las que hiciste un contrato legal para que renuncies a ellas y seas libre en el nombre de Jesús.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //