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El día posterior a una lluvia intensa es ideal para que los fotógrafos salgan de cacería.

El cielo está limpio, los colores se ven más intensos y las imágenes que capturan son gloriosas, como todo lo que Dios creó.

Estas mañanas recientes, Dios ha bendecido a nuestro pueblo con mucha lluvia y a las 6:40 de la mañana, sus intensos rayos se abren camino por la Sierra Madre Oriental e iluminan el valle en medio del Cañón del Huajuco en que vivimos, cortando de manera contundente las sombras y la oscuridad.

La luz de la mañana me ha obligado a usar lentes oscuros a temprana hora y lo que para los fotógrafos pasaría de ser rápidamente la hora “mágica” por su luz natural suave, de color rojizo-rosado que da un tono dramático y artístico a sus fotos, a la hora “maldita” donde la fuerza y el poder de la luz contrastan duramente con la sombra, endurece los rasgos de las personas y hace que se borren detalles en la luz y en la penumbra.

Pero si el fotógrafo no logra entender el propósito del Creador de todas las cosas, no podrá cazar la imagen que desea.

Es necesario que la Luz del mundo, que es Cristo, rompa las tinieblas y marque la diferencia, que endurezca nuestro carácter de tal manera que podamos decidir si viviremos en la luz o nos esconderemos en la oscuridad, para ser perfectos.

Porque el diseño de Dios es magnífico.

No es la luz del sol ni su reflejo en los luminares en el cielo los que determinan la belleza y perfección de la creación, sino Cristo, porque la creación y la vida no comenzaron con la luz del sol como muchas culturas piensan, sino cuando Dios dijo: Sea la Luz, y fue hecha, trayendo orden en medio del caos.

La vida comenzó cuando Dios introdujo a Cristo, y la tierra y todo lo que hay en ella pasará, pero Él permanecerá para siempre.
Ya no habrá necesidad de sol ni de luna, porque el día será perfecto, cuando Cristo sea el centro.

Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.

Proverbios 4:18

Deje que la luz del día le recuerde ese día en que Cristo será el centro de nuestras vidas y la pureza, el color y lo que vamos a ver será tan glorioso que no podremos más que postrarnos y adorar.

Ya no necesitaremos una fotografía para recordarlo, sino que viviremos así eternamente, y será perfecto.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //