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Mi abuelo enseñó a trabajar mi papá y sus hermanos desde niños y a recorrer el corredor citrícola de la región buscando cosechas de naranjas, mandarinas, manzanas y los frutos de temporada para bajarlos de los árboles, y venderlos por kilos o por cajas, en el mercado o de casa en casa.

Su educación hasta el tercer grado de primaria y el salario de obrero en una fábrica textil era insuficiente para mantener y educar una familia de 10 miembros, así que los enseñó a dar la milla extra y todos pudieron recibir, como mínimo, educación media superior.

Una de estas mañanas que hablamos con nuestros hijos, en un ejercicio de concientización hicimos un conteo rápido de los gastos básicos mensuales de nuestra familia y descubrimos que gastamos más de lo que ganamos en nuestros trabajos.

Y tal vez usted piense que esto es un desorden y una inconciencia, porque no hay una explicación lógica para esas matemáticas, pero a mí me brotó una alabanza porque conozco al Dios de los imposibles.

Mi abuelo le enseñó a mi padre y él me enseñó a mí a trabajar hasta que duele, pero mi Padre celestial me retó a dar hasta que duele también.

Ese ejercicio rápido me hizo pensar en que aún cuando le devuelva a Dios un poco de lo mucho que Él nos da, jamás le ganaremos a la hora de dar, y llevar un conteo de ingresos y egresos familiares es un testimonio de la multiplicación que viene por la fe en dar.

Primicias, diezmos y ofrendas son herramientas que Dios nos ha puesto a nuestra disposición para probar (cada uno en lo privado del corazón) y ver que Él es bueno en gran manera.

Ese ejercicio de concientización para nuestros hijos se convirtió en una ocasión de alabanza al Señor por Sus maravillas.

Para los vecinos de mis abuelos, su bonanza económica era imposible para un obrero; hoy en día, aún la bonanza económica sigue siendo imposible aún para una pareja de profesionistas, pero para Dios no hay nada imposible, y nosotros podemos reconocer que somos más que bienaventurados y porque todo lo que Dios nos ha dado, nos ha convertido en una tierra deseable.

¿Quiere hacer usted un conteo rápido de las bendiciones de Dios?

Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos.

Malaquías 3:10-12

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //