En 1991, unos excursionistas de los Alpes descubrieron un cuerpo congelado y momificado de forma natural cerca de la frontera de Italia y Austria y llamaron a las autoridades.
5 mil 300 años después de una intensa huída, los arqueólogos desenterraban el hallazgo y los restos de Ötzi, el Hombre de Hielo, que emergían de la tierra ante nuestros ojos.
Los investigadores han encontrado que los últimos días de este hombre fueron agitados y violentos hasta ser derribado por una flecha y finalmente perecer.
El calentamiento global, producto de nuestro progreso desenfrenado está provocado que no sólo Ötzi, como cariñosamente lo llaman, esté emergiendo de las profundidades.
Aunque algunos crean que tarda, Dios está retardando la promesa del regreso de Su Hijo Jesucristo, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos tengan la oportunidad y se arrepientan de sus malos caminos; sin embargo, nuestra propia maldad ha emprendido la carrera que está provocando que lo que Dios preparó para aquellos días esté más cerca.
Es irónico que mientras los polos se calientan y derriten, los corazones se enfrían y se hacen más duros, y estén emergiendo de las profundidades testigos de la lucha del hombre contra el hombre.
La huída de Ötzi desentierra la historia de Adán que también huyó de la presencia de Dios creyendo que podría ocultar su pecado.
El pecado y sus consecuencias nos alcanzarán como a este Hombre de Hielo, ¿seguiremos huyendo o confesaremos y nos apartaremos del mal para alcanzar misericordia?
¿Qué otros testigos veremos emerger del hielo para creer que la palabra de Dios es fiel y verdadera?
// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //
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