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Todos hemos escuchado de José y sus sueños ¿verdad? Sin embargo hay sueños que vienen de los incrédulos y que así como los de José, Dios también los puso ahí.

¿Recuerda usted los sueños de Nabucodonosor? ¿Y los de Faraón?

Dios va a entrenar y adiestrar a su pueblo porque va a ligar los sueños que puso en ellos, con los sueños de personas insospechadas.

Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis.

Habacuc 1:5

Si Dios nos contara Sus planes, de seguro no le creeríamos, porque son más altos que los cielos y nosotros vivimos en la tierra.

¿Se atrevería Dios a usar a nuestros enemigos para hacer una obra redentora? Si se atrevió a usar a Faraón y a Nabucodonosor, la respuesta es: ¡por supuesto que sí!

Ahora déjeme preguntarle ¿usted está preparado para ayudar a los incrédulos a interpretar y cumplir los sueños de Dios?

Daniel y José en condición de esclavos aprendieron lo que Jesús nos dijo: que el que quiere ser el mayor, tiene que ser siervo de todos.

Nosotros debemos hacer lo mismo, porque para que se cumplan los sueños de Dios en nosotros, tenemos que ayudar a que los sueños que Él ha puesto en los demás, también se cumplan.

Esto es lo que respondo a Faraón. Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón.

Génesis 41:28

Dios va a poner sueños entre sus familiares, amigos y/o compañeros de trabajo, en su jefe, en el gobernante o incluso, hasta en la persona que lo incomoda o que (directa o indirectamente) le ha oprimido durante mucho tiempo, y lo va a usar a usted como instrumento para guiarlos a decidir si van a cumplir los sueños de Dios, o van a seguir tras sus sueños personales.

El sueño de Dios para Faraón era preparar alimento para los tiempos de hambruna, el sueño de Dios para José era ser el instrumento para alimentar y salvar a su familia y convertirla en una gran nación, como lo es hasta ahora, ¿se da cuenta que para cumplir los sueños que Dios le dio, tiene que ayudar a otros a cumplir los de ellos también?

Sea usted como Daniel y José, que sin importar lo que suceda, ha decidido no contaminarse y mantenerse íntegro en su servicio a Dios ayudando a todos, para que los sueños de Dios se cumplan y todos puedan salvarse.

Los sueños no son suyos ni míos, son de Dios y tenemos que unirnos para ayudarnos unos a otros a cumplirlos.

Si tú, como José, has tenido un sueño de grandeza, tráelo a Jesús y prepárate para ser el más grande, sirviendo primero a todos.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //