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Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Lucas 2:7

El pesebre rural tradicional de piedra o barro cocido donde no había madera, era utilizado para alimentar el ganado, y por lo que nos deja leer la Escritura, estaba apartado de las áreas familiares y destinado a los espacios para los animales.

Ese pesebre en particular, debía estar bajo mucha presión, ya que debido al censo, una gran cantidad de animales pertenecientes a los visitantes estaban también en el granero del mesón, que por cierto no tuvo más espacio para José y María, quien ya en labor de parto, estaba por dar a luz a Jesús.

Fue entre los animales, los desechos, las pequeñas pero molestas plagas y los malos olores, entre rebuznos y balidos, que llego la Luz del mundo, que el Salvador nuestro nació.

Y de la misma manera que hace casi dos mil años, sigue habiendo muchos lugares tan llenos que no tienen espacio para el nacimiento de Jesús.

¿Recuerda usted cuando Él nació en su corazón?

Yo recuerdo que el mío era un muladar como aquel, lleno de agujeros y corrientes de aire peligrosas, de plagas molestas y desperdicios, de inmundicia y malos olores, y cómo el pesebre de mi alma, con Su presencia, se transformó en un trono lleno de luz que partió mi vida en un antes y después de Cristo.

Imagine el resplandor del Verbo hecho carne y las miradas atónitas y al mismo tiempo impasibles de los animales y los pastores alrededor, porque el Príncipe de Paz había venido a este mundo.

Que esta navidad, la llenura de prisas, trámites, visitas y obsequios no sature el ambiente al grado de dejar fuera a Jesús.

Dejemos que la luz de Cristo sea la que encante nuestros ojos al mirar en Jesús al mismo Dios hecho hombre, viviendo y habitando entre nosotros para Salvarnos.

Regocijémonos poniendo nuestros ojos en el verdadero significado de la Navidad, que cuando Jesús nació, Él nació por usted y por mí, para salvarnos.

Permitamos que el bebé en el pesebre envuelva nuestro corazón y el de nuestras familias con Su amor.

Hagamos una pausa y salgamos de la comodidad de nuestra casa y encontremos a Jesús como aquellos pastores, envuelto en los pañales del enfermo, del pobre, del indigente y del migrante, del que vive en soledad o apartado de su familia, del que está afuera y necesita un lugar.

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Isaías 9:6

¡Feliz Navidad!

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //