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Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.

Santiago 5:17

¿Recuerdas quién es Elías? Decimos es, porque Él no vio la muerte sino que fue llevado por Dios al cielo en un torbellino, y luego apareció junto a Moisés y Jesús en el momento de la transfiguración.

El mayor representante de los profetas en el Antiguo Testamento cuyo espíritu inspiró también a Juan el bautista fue un hombre sujeto a pasiones como las suyas y las mías, y en un momento de su vida, después de un gran avivamiento, al verse amenazado de muerte, huyó con miedo y cayó en depresión, llegando a tener pensamientos suicidas.

Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.

1 Reyes 19:4

Muchos líderes, ministros y siervos de Dios cuyos ministerios parecen incansables, pueden vivir sentimientos similares a los de Elías y debemos estar orando e intercediendo por ellos.

El profeta dejó a su siervo para irse al desierto, y tal vez muchos hermanos se han apartado de los demás, pero el ejemplo de Elías de ir al desierto es el inicio de un proceso, que nos invita a nosotros también a elegirlo.

Caminar y adentrarnos en el desierto permitirá que podamos escuchar más finamente la voz de Dios y ver su provisión y sustento para fortalecernos.

Elías dice un ¡Basta ya! cuando exhausto ve que sin importar todas las manifestaciones del poder, el amor y la fidelidad de Dios para con su pueblo, la maldad de ellos aumentaba y sus corazones se enfriaban.

Elías llegó a un nivel de desaliento porque nada de lo que él hiciera era mejor que lo que sus antepasados habían hecho, ¿y sabe una cosa? ¡era cierto! Nada de lo que nosotros hagamos podrá hacer que los demás crean en Dios, por esa razón vino Su Hijo Jesucristo al mundo y nos dejó al Espíritu Santo, para convencerlos.

El Señor sabe de nuestro cansancio y como a Elías, nos deja dormir un poco mientras deja comida y bebida para que recobremos nuevas fuerzas.

Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.

Lucas 22:19-20

Una y otra vez, el Señor vuelve a enviarnos su palabra, para que hagamos memoria de que el sacrificio de Jesús es el que nos fortalecerá lo
suficiente para continuar con alegría la obra que Él nos ha encomendado.

Siempre habrá obstáculos y tropiezos para que dejemos de anunciar el reino de Dios, pero el Señor viene a fortalecernos para continuar, y como Elías, ungir reyes y profetas, para afirmar el legado que anuncia a Cristo de generación en generación, hasta que vayamos al encuentro eterno con Dios.

Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.

1 Reyes 19:7-8

Elías salió de la depresión y tú lo harás también, si sigues haciendo memoria de lo que Cristo hizo y tiene preparado para ti.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //