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Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos.

Isaías 44:3

El Señor prometió enviar la lluvia a su tiempo, temprana y tardía a su pueblo, para que recogiéramos una gran cosecha y fuéramos saciados.

Pero para que el Señor madure una gran cosecha con Su lluvia de bendición, es necesario primero sembrarla.
La lluvia temprana caía en el momento de sembrar la tierra. Sin esta lluvia la semilla no podía germinar.

La lluvia tardía llegaba antes de la cosecha, para que los frutos se maduraran a tiempo.

Para que venga una lluvia tardía, es necesario que primero venga una lluvia temprana también, pero, ¿hay campos sembrados en los cuáles caerá la lluvia que Dios ha prometido a su pueblo?

La lluvia también representa un derramamiento del Espíritu para afianzar y madurar los frutos que han sido sembrados en la tierra de nuestros corazones, la lluvia no solo provee el sustento natural, sino también el espiritual de Su pueblo.

Vemos en nuestra región una sequía que refleja el estado espiritual de nuestros corazones después de un largo invierno. ¿Le pediremos al Señor lluvia sobre la atierra árida o sobre campos que han sido sembrados con la semilla del evangelio, no por vista, sino por fe?

Necesitamos reconocer que Dios está esperando ver removida la tierra de los corazones y sembrada Su Palabra en medio de ellos antes de enviar su lluvia fructífera.

Si queremos que cuando Jesús regrese encuentre fe en la tierra, debemos salir a sembrarla.

Una lluvia sobre campos vacíos sólo producirá abrojos y espinos que darán más trabajo, pero el Señor ha comprado una viña que ha cuidado y dado semilla escogida para que dé mucho fruto.

Usted y yo somos los siervos que debemos levantarnos a sembrar cada día los campos donde el Señor derramará grandes aguas y ríos en el natural, y su Espíritu sobre nuestra generación y su bendición sobre nuestros renuevos, de forma sobrenatural.

Señor esta mañana te agradecemos que nos muestres que si has retrasado la lluvia es porque estás dando oportunidad a que salgamos a sembrar los campos con fe para poder derramar sobre ellos tu bendición abundante.

No desaproveches la oportunidad que tienes hoy de compartir la semilla del evangelio para que cuando Dios mande su lluvia, la veas florecer.

// Castillo del Rey Santiago: haciendo de cada creyente un discípulo //