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Mientras acudimos a los discipulados de nuestra iglesia, los hermanos reflexionamos sobre la ternura de los padres que nunca dejan de ver a sus hijos como niños pequeños.

El varón o la dama en su franca adultez siguen siendo para papá y mamá, su pequeño niño o niña.

Y si tratáramos de hablar del inmenso amor de Dios no puedo más que pensar en ese amor que crece con los años pero que, al igual que un padre o una madre, como dice 1 Corintios 13:7 “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.

¿Crees que el amor de Dios disminuye si su tierno niño regresa a casa sucio? ¿Puede el amor de Dios terminarse si su hijo le falla?

Probablemente tenga dolor en su corazón, pero ese mismo amor será el que lo impulse a correr a abrazarlo, limpiarlo y ayudarlo a corregir el problema.

¿El amor de Dios se debilita si su hijo se enferma? No, al contrario, ¡se hace más fuerte!

¿Acaso Dios no se conmueve cuando uno de sus hijos cae y se lastima? Como Padre Eterno, ¡Él sigue corriendo a nuestro encuentro!

Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.

Mateo 24:12

Una de las señales del fin de los tiempos es que el corazón de muchos se enfriará, pero no el del Padre.

Él sigue manifestando su amor a través del corazón de Jesucristo, que sigue latiendo de amor por ti y por mí como una luz que alumbra a todos.

Su Espíritu Santo sigue recorriendo la tierra encendiendo corazones con el fuego del primer amor.

Tú eres amado por Dios, y también tienes muchas razones para amarle y a otros también.

Si deseas celebrar el amor, comparte el amor más sublime del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, para que seamos de aquellos que siguen ardiendo de amor por Jesús hasta el fin.

Para Él siempre serás un hijo al que quiere mostrarle su inmenso amor que nunca se apagará.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //