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Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar.

Mateo 17:14-16

Desde tiempos antiguos hasta la actualidad, las enfermedades mentales siguen confundiéndose con cuestiones espirituales.

Dios no está en contra de que acudas a un profesional, a quienes por cierto Él ha capacitado con ciencia para atenderte, sino que las manifestaciones físicas tienen una raíz espiritual y para eso necesitamos discernirlas y atenderlas espiritualmente también.

Este padre de familia trajo a su hijo ante Jesús porque nadie lo había podido sanar y padecía mucho.

¿Qué te hace padecer a ti como a este pobre muchacho? ¿Te haces daño? ¿Sientes que te consumes o que te ahogas? ¿Estás viendo a un ser querido tuyo trastornado o al borde de la locura?

Tal vez tu matrimonio, algún miembro de tu familia, una amistad o tú mismo necesitas misericordia de Jesús, pero es necesario que acudas a Él y le hables de tu necesidad con humildad y sencillez.

Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y este quedó sano desde aquella hora.

Mateo 17:18

Tal vez te parezca loco, pero hay momentos en nuestra vida que ameritan algo más que la intervención de los profesionales, necesitan de la intervención de Jesús.

Este hombre estaba desesperado por su hijo y estuvo dispuesto a arrodillarse delante de él y clamar por misericordia. ¿Qué estarías dispuesto a hacer tú para ser libre y sano?

Pero este género no sale sino con oración y ayuno.

Mateo 17:21

Esta semana hicimos un ayuno de tres días como congregación para pedir al Señor su dirección para este 2022, pero cada semana participamos de esta herramienta espiritual que Dios ha puesto a nuestro alcance para que Jesús nos libere de todo lo que nos lastima, nos consume y nos ahoga.

Te invitamos a ser parte de los que se arrodillan y claman a Dios misericordia no solo por ellos mismos, sino también por sus seres queridos y su nación, que están dispuestos a ofrecerse como una ofrenda con el ayuno y la oración, para que los yugos se pudran a causa de la unción.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //