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Veo a Jesús en el pesebre, bajo la mirada de José y María y recuerdo a nuestros hijos recién nacidos. ¡Qué hermosos son los bebitos!

Entonces también recuerdo lo demandantes que son, la necesidad de alimentación y limpieza, los gastos, las fuerzas y las horas en vela…

A 9 días de conmemorar el nacimiento de Jesús no puedo evitar preguntarme ¿cómo está creciendo la fe y el amor que le hemos pedido que renazca en nuestro corazón?

Si nuestra esperanza tuviera 9 días de haber renacido, ¿está bien alimentada? ¿está limpia?, ¿ha descansado lo suficiente?, ¿muestra signos claros de crecimiento sano?, ¿es motivo de gozo para todos los que la miran?

Nuestra fe, así como los bebés, es hermosa, pero también es demandante y no puede ser alimentada sólo una vez por semana, requiere atención constante para que no muera irremediablemente.

Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.

1 Pedro 2:2

La leche espiritual tiene que ser administrada a libre demanda, es decir, cada vez que sea necesaria.

Así como los bebés comienzan a ponerse gorditos cuando están creciendo adecuadamente, así también se nota cuando nuestra fe está creciendo sanamente.

No dejemos que la emoción de estas fechas nos haga olvidar el gran acontecimiento que sucedió en la humanidad y en nuestro corazón: el nacimiento de Jesucristo para nuestra salvación.

Este inicio de año te invitamos a pedir al Padre, como niños recién nacidos, el alimento de la Palabra de Dios, a libre demanda, para crecer en gracia y sabiduría y compartirla con muchos más para salvación.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //