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Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.

Juan 8:36

Muchas personas creen que la Biblia es un libro que oprime a las mentes y domina las masas, pero lo cierto es que es una fuente de inspiración que despierta nuestro espíritu y lo llena de sed de libertad, y para muestra un ejemplo histórico.

Después de la revolución de esclavos en Haití de 1791-1804 que terminó en su liberación (la primera en América), los británicos temían que ocurriera lo mismo en su territorio así que decidieron editar una Biblia en 1807 y distribuirla entre la población africana de las islas caribeñas de Jamaica, Barbados y Antigua, con el fin de adoctrinarlos a favor de la esclavitud.

Recordemos que en ese tiempo la esclavitud era legal y que muchas economías estaban basadas en ella, por ejemplo en el Caribe el 88% de la población (casi 660 mil habitantes) era esclava.

Esta Biblia, titulada PARTES DE LA BIBLIA, es mejor conocida como la Biblia de los Esclavos, y sólo quedan dos ejemplares hasta la fecha.

A esta Biblia se le había suprimido la mayor parte del Antiguo Testamento y más de la mitad del Nuevo para evitar que fueran leídas, sobre todo el libro del «Éxodo», donde se cuenta cómo Moisés guió a los israelitas hacia la libertad, con el objetivo de que los esclavos no relacionaran la palabra de Dios con la liberación, por ejemplo, los extractos en los que Moisés le pide al Faraón que libere a al pueblo de Dios: «Deje ir a mi gente», exclama el profeta.

O aquellos pasajes en los que se enfatiza la igualdad entre las personas, como aquel verso que dice: «No hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay hombre ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gálatas 3:28). Ni tampoco el «Apocalipsis de San Juan», que habla de un nuevo cielo y una nueva Tierra en los que el mal será castigado.

La Biblia es una fuente de libertad para el oprimido y de salvación para el condenado, pero hay que leerla completa para poder entender la visión de Dios para salvar a la humanidad, y hacer de gente de toda raza, lengua y nación un mismo reino.

Es necesario conocer toda la Escritura, no sólo algunas partes, para poder reconocer el carácter un Dios que amó primero y se dio a sí mismo para rescatar a todos los que habían caído esclavos del pecado y condenados a muerte.

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Juan 8:31-32

Permanezcamos en la Palabra de Dios, perseveremos en su lectura para ser discípulos de Cristo, conozcamos la Verdad y compartámosla para ser libres.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo//