fbpx

Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.

Marcos 10:13-16

Es necesario que cada niño reciba el toque de Dios para que le muestre al mundo lo que Dios es capaz de hacer.
Y te presentamos unos ejemplos de niños usados por Dios para Su gloria.

Isaac, el hijo de la promesa (Génesis 22)

Dios tenía planeado, a través de él, hacer de Abraham el padre de una nación, pero sobre el altar, Isaac tomó una decisión: confiar en su padre y en Dios en la adversidad.

Enseñemos a nuestros hijos a ser obedientes y confiados en todos los planes de Dios, y Él los llevará a abrir pozos de agua viva que sacien a muchos.

Samuel, hijo de Elcana y Ana (1 Samuel 1-3)

Siendo aún pequeño, el Señor lo llamó y le dio una profecía sobre el sacerdocio y la nación, se convirtió en profeta y último juez del pueblo al ungir al primer rey de Israel.

Enseñemos a nuestros hijos a distinguir y responder a la voz de Dios desde pequeños. Que ellos sepan de nuestra boca que son una obra de Dios y viven por Él y para Él, para que guíen a muchos a adorar genuinamente y poder decir en cada victoria: Ebenezer ¡hasta aquí nos ha traído el Señor!

Joás, sobrino de Josaba y Joiada (2 Reyes 11)

Aunque vivió escondido a causa del asesinato de sus padres, fue educado por sus tíos con amor y fidelidad a Dios para convertirse en rey a la edad de 7 años, e hizo lo recto delante de Dios mientras le guió el sacerdote Joiada.

Enseñemos a nuestros hijos a vivir libres de amargura y aprender las enseñanzas de nuestros líderes espirituales, reconociendo el cuidado que tienen de nuestras almas. Que ellos puedan derrumbar toda costumbre idolátrica del pasado y restauren la relación con el único Dios.

Josías, hijo de Amón y Jedida (2 Reyes 22 y 2 Crónicas 34)

Comenzó a reinar a las 8 años, a los 16 años a buscar a Dios y a los 20 años a limpiar a Judá y Jerusalén de los lugares altos.

Enseñemos a nuestros hijos una convicción firme para que busquen a Dios con todo su corazón y cuando éste se revele a ellos, hagan lo recto y anden en sus caminos sin apartarse a derecha ni izquierda.

Jeremías, hijo del sacerdote Hilcías (Jeremías 1)

Fue llamado desde pequeño a servir a Dios con palabras de amor, de confrontación y de libertad, y sirvió a Dios advirtiendo al pueblo del cautiverio.

Enseñemos a nuestros hijos que Dios los ha escogido desde antes que fueran formados en el vientre, y que si permiten que Dios los use, Él pondrá en sus bocas Sus palabras e irá delante de ellos en todo lo que Él les pida que hagan.

Juan el Bautista, hijo de Zacarías y Ana (Lucas 1)

Desde el vientre de su madre pudo experimentar el gozo de sentir la presencia de Jesús y reconocer que se acercaba el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Es considerado el mayor de los profetas, por el mismo Jesús.

Enseñemos a nuestros hijos desde el vientre a regocijarse porque Jesús ha venido al mundo a salvarnos a todos, para que cuando crezcan prediquen las buenas nuevas de salvación a los que se arrepientan, aunque estén en el desierto.

Timoteo, hijo de Eunice y nieto de Loida. (1 y 2 Timoteo)

Hijo de padre griego y madre judía, fue enseñado por su mamá y abuela desde pequeño en las Escrituras y complementando con un fe genuina, que posteriormente sería reconocida por su maestro: el apóstol Pablo, y lo guiaría ser un joven pastor.

Enseñemos a nuestros hijos a leer la Escritura desde chiquitos, con nuestras palabras y nuestro ejemplo, para que nadie tenga en poco su juventud cuando sean discípulos de Jesús y se conviertan en pastores de su redil aquí en la tierra.

Y por último, para que siempre sea el primero por ser el más importante:

Jesús, el más hermoso de los hijos de los hombres.

Jesús, a sus doce años, ya ministraba y asombraba a los sacerdotes en el templo, creciendo en estatura, gracia y sabiduría delante de los hombres, obedeciendo a sus padres en todo.

Un toque de Dios en el corazón de nuestros niños puede impactar a toda una nación, pero es necesario que nosotros se los enseñemos, así seamos hombre, mujer, viejos, jóvenes, letrados o sencillos, tíos o abuelos.

No les impidamos a los pequeñitos ser tomados en los brazos de Jesús y recibir su bendición para vivir felices.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //