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Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.

Juan 19:30

Puedo sentir un escalofrío recorrer la espina dorsal mientras estas palabras hacen eco en mi mente y hacen temblar mi espíritu.

Imagínate que estás en tu trabajo, llega tu jefe y te pregunta por tu trabajo y tú le dices que ya lo terminaste, y te vas tranquilo a casa.

Imagínate que estás en casa de tus padres y cuando estos llegan, te preguntan por tus tareas, y tú les dices que ya acabaste, y ahora sales tranquilo a disfrutar un rato.

Ahora imagínate que tú y tu padre urdieron un plan para salvar a todos los que iban a morir alrededor, pero esto incluía que tú murieras en el intento.

Cuando Jesús declaró en la cruz, sobre su cuerpo lacerado y con su último aliento: consumado es, lo que le estaba diciendo al Padre fue: ¡lo terminé todo, completé el plan, saldé la deuda, ellos vivirán!

A Jesús se le fue la vida en cumplir el plan para salvarnos.

Y me imagino el descanso del dolor y la expectativa del deleite del Hijo de regresar y ver al Padre de nuevo habiendo terminado todo.

Y me imagino al Padre con el pecho desgarrado del dolor, manifestado simbólicamente en el velo del templo… y su vista nublada por la pérdida de su Hijo amado siendo reflejada en la oscuridad sobre la tierra, pero al mismo tiempo, el amor tan grande por Jesús que cumplió fielmente Su palabra y SU voluntad, dándose voluntariamente, por todos.

Y me imagino al Espíritu Santo moviéndose en el corazón del centurión que exclamaba que verdaderamente era el Hijo de Dios…

Derramándose entre el agua y la sangre que caían sobre el soldado que perforó su costado….

Abrazando a Juan y las Marías que estaban ante la cruz….

Consolando a la iglesia que miraba de lejos….

El último aliento de Jesús fue para decir que había hecho todo lo que e l Padre, el Hijo y el Espíritu Santo concibieron en su corazón, por amor a la humanidad.

Siento mi corazón desbordante de gratitud, de amor y de humildad, pero al mismo tiempo me pregunto si estoy viviendo de tal forma que cuando llegue mi hora podré decir lo mismo.

Hoy te pido Señor que me muestres lo que debo de hacer para que como Jesús, pueda consumar tu plan. Que mi vida sea un sacrificio vivo, santo y agradable a ti, que todo lo que haga lo haga por ti y para ti, y que esto no sea lejano a lo que te veo hacer a ti.

Hoy Señor me acerco a ti con una necesidad: quiero que tu Plan sea consumado completamente en mí. Que Jesús le dé sentido a mi vida, que mi misión de amor a los demás sea cumplida.

Hoy te invitamos a participar de las actividades de semana santa, pero sobre todo, de llevar una vida santa para Dios todos los días, para que cuando entregues tu espíritu frente a Él, puedas decirle como Jesús: Padre, todo lo que me pediste, lo consumé.

// Castillo del Rey Santiago: Haciendo de cada creyente un discípulo //